Cuando nos planteamos que queremos cambiar nuestra vida, con frecuencia nos vienen a la mente decisiones drásticas o pensamos en circunstancias excepcionales.
En realidad, para cambiar nuestra
vida son mucho más útiles los pequeños gestos diarios que se convierten en
hábitos. Estos hábitos tienen la virtud de modificar nuestro carácter, lo
fortalecen y hacen que actuemos de forma diferente a como veníamos actuando. El
carácter define nuestra vida mucho más que nuestra capacidad intelectual.
En la cultura japonesa se habla del Kaizen que podríamos traducir como la mejora continuada. Se trataría de ir introduciendo pequeños cambios en nuestra vida, de forma continuada, para ir consiguiendo que esta sea cada vez más equilibrada.
En la cultura japonesa se habla del Kaizen que podríamos traducir como la mejora continuada. Se trataría de ir introduciendo pequeños cambios en nuestra vida, de forma continuada, para ir consiguiendo que esta sea cada vez más equilibrada.
Para conseguir nuestros objetivos:
·primero tendríamos que definirlos
·luego pensar cómo queremos conseguir ese objetivo
·en tercer lugar habría que dividir ese objetivo en varias fases muy pequeñas para poder ir incorporándolas a nuestra vida.
Nuestro objetivo
puede tener que ver con temas profesionales, familiares, temas de nuestra
salud u otros. El método siempre seria el mismo: definir el objetivo, pensar
cómo conseguirlo y dividir ese objetivo en fases pequeñas para llegar a
conseguirlo.
Poder disfrutar del camino para conseguir el objetivo nos permite mantenernos firmes y constantes en nuestro afán de superación.
Poder disfrutar del camino para conseguir el objetivo nos permite mantenernos firmes y constantes en nuestro afán de superación.
Para ello sería bueno
plantearnos que es lo que realmente nos resulta necesario desde el punto de
vista material. Es frecuente vernos atrapados en una vorágine deseos materiales
que nos impiden disfrutar de lo que realmente tenemos. La predominancia de lo
material nos hace a veces olvidar la importancia de los aspectos espirituales y
afectivos.
Poder tener
espacios de comunicación y dialogo con otras personas nos aporta mucha mayor
riqueza que acumular objetos materiales.