Pero,
también se observa que la relación con
las personas de nuestro grupo social repercute, de forma importante, en cómo
nos sentimos.
Participar
en actividades grupales que desarrollen alguna de nuestras cualidades nos hará
sentir mejor. Puede ser un grupo de teatro amateur, una coral, una asociación
ecologista, un taller de manualidades o
cualquier otra actividad. Lo importante es que se trate de alguna actividad que
nos implique en un compromiso voluntario.
El
compartir con otras personas un objetivo
común produce un efecto saludable en todos los miembros del grupo. Si se
establece una sintonía suficiente se generarán relaciones estables entre las diferentes
personas del grupo que harán que todos se sientan apoyados y acompañados.
Si
el hecho de desarrollar una actividad ya es saludable, el compartirla con otras
personas en el marco de un grupo nos aporta todavía más.
Este tipo de actividades a las que
nos referimos no suelen tener ninguna finalidad política ni económica, pero aportan a los individuos que las realizan sentimientos
cívicos, de igualdad social y de control sobre la propia existencia.
Estos tres elementos son muy interesantes
para sentirnos bien en nuestro ambiente social. Estas tres
condiciones se interrelaci0nan entre sí. Hacen que los individuos se sientan
menos estresados y también aumentan las posibilidades de libertad en cuanto a
desarrollar el talento propio y realizarse en la vida.
Elegir libremente alguna actividad nos aporta también, la
satisfacción de sentirnos dueños de nuestras propias decisiones. Este factor es
muy importante porque sentirnos sometidos a las decisiones de los demás nos
genera estrés que resulta destructivo para nuestro bienestar.