Los momentos agradables pueden ser momentos placenteros o momentos gratificantes. Ambos aportan placer pero de diferente tipo y las consecuencias que se derivan de cada uno de esos momentos son diferentes.
Los momentos placenteros tienen que
ver con aspectos sensoriales. Las emociones intervienen intensamente. Son momentos que suceden sin
pensar, solo hay sensaciones. Son momentos transitorios que acaban bruscamente.
Necesitaríamos repetirlos una y otra vez para volver a sentir esa sensación
que sentíamos la primera vez que experimentábamos ese placer. Con frecuencia
ese placer pierde intensidad las veces siguientes que lo vivimos y nos sentiríamos
impulsados a repetir una y otra vez
buscando una satisfacción similar. Esta es la base de algunas adicciones, como
pueden ser la comida o la bebida o el sexo, el juego o cualquier otro tipo de sustancias o
experiencias. Se ha comprobado que con frecuencia, estas formas de búsqueda de
placer, son formas rápidas de buscar
sentirnos bien cuando nos sentimos deprimidos. En realidad solo conseguimos
deprimirnos más.
Los momentos gratificantes son
momentos en los que el placer es más duradero, nos sentimos totalmente
envueltos por lo que estamos haciendo. Estos momentos gratificantes tienen que ver con actividades en las que
nuestro pensamiento se siente implicado, nos planteamos unos objetivos y
sentimos que nuestras habilidades se desarrollan. Estas actividades pueden
tener que ver con aficiones de todo tipo tanto intelectual como deportivo o
artístico. Incluso con tareas manuales aparentemente
rutinarias pero que realizamos con gusto, concentrándonos en ellas y de las que disfrutamos viendo el resultado de realizarlas.
En esos momentos nos sentimos concentrados,
controlando lo que estamos haciendo. No sentimos que pase el tiempo. Nuestro
estado de ánimo siente una gran fluidez y tranquilidad.
Tanto los
momentos placenteros como los gratificantes son necesarios para nuestra vida
pero sería necesario poder vivirlos de forma que nos aportaran lo positivo que tiene cada uno de ellos.
Los momentos placenteros nos aportan
sensaciones agradables si podemos dosificarlos. También
son más satisfactorios cuando los podemos compartir con otras personas. Saborear las cosas placenteras en algún
momento a lo largo del día, acompañados de personas agradables es una buena
forma de sentirnos mejor.
En cambio, los momentos gratificantes
nos aportaran la posibilidad de poder profundizar en nuestras capacidades y en
las relaciones humanas y son una buena manera de sentirnos mejor con nosotros
mismos.