Proliferan
actualmente en las librerías libros que nos hablan del orden, de deshacernos de
lo que no necesitamos y también de la limpieza. Que aparezcan libros que hablan de estos temas, tiene que ver
con nuestra situación actual, de exceso de objetos en las casas, tanto que muchas
veces nos agobiamos y no sabemos cómo organizarnos.
Todo esto forma parte de la
vida ajetreada que llevamos y del estrés que sufrimos.
Nos cuesta poner orden y dedicar tiempo a lo que es más esencial que seriamos nosotros mismos y las personas que queremos que son nuestra familia y nuestros amigos.
Frente a esto es interesante ver cómo los monjes budistas dan mucha importancia a la limpieza de su monasterio. Lo consideran una labor de purificación. Es una forma de conseguir armonía espiritual para ellos mismos y para las personas que les rodean. Entrar en uno de sus templos después de la limpieza diaria produce una gran sensación de paz.
Su forma de vida intenta ser
sencilla y vivir cada momento con cuidado y esmero.
No
acumulan cosas en los armarios por el simple hecho de tenerlas sino que se
desprenden de los objetos para darlos a otras personas como una forma de
agradecimiento y de cuidado hacia los objetos y hacia las personas que los reciban.
Es sorprendente como los monjes
budistas tienen organizada la limpieza.
Para ellos la limpieza hay que realizarla por la mañana temprano, en cambio hay
que ordenar por la noche para dejar las cosas preparadas para el día siguiente.
Para ellos es importante la continuidad. Es decir, hacer diariamente tareas de
limpieza y de orden para que se respire el ambiente de calma en su casa.
Dan
mucha importancia a la ventilación del interior de su casa antes de empezar la
tarea de limpiar.
Poseen
pocos objetos, solo los necesarios. Cada objeto tiene un
lugar al que se puede acceder fácilmente cuando se necesita. Y también
es fácil volver a poner el objeto en su lugar cuando ya terminó de usarse.
Todas las tareas se
reparten entre los diferentes miembros de la comunidad.
Estas pautas que se observan en los
templos budistas serían aplicables en nuestra casa.
Es
especialmente interesante que se repartan las tareas entre las diferentes
personas de la familia.
Que los niños puedan tener alguna tarea asignada
es eficaz para su educación. Aunque haga falta paciencia al principio,
pronto descubriremos que el hecho de que los niños participen en las tareas
domésticas es útil, para su educación y para su carácter.
También para los adultos será más fácil
si todos participan de las diferentes tareas. De esta forma si uno de la familia
está enfermo, el resto puede hacerse cargo de la situación más fácilmente. El
ambiente familiar mejorará en un ambiente de mayor colaboración entre todos.