Si
queremos ayudar a nuestros hijos a crecer con una mente abierta y creativa,
sintiéndose seguros de sí mismos, debiéramos fomentar en ellos las capacidad de incrementar las
emociones positivas.
Habitualmente procuramos darles cariño, pero a lo largo del día suceden muchas cosas en las que como padres es
fácil sentirse puesto a prueba.
Si
damos a cada uno un motivo para sentirse importante, aliviaremos el problema. Los niños temen perder importancia ante sus padres y eso hace que
expresen rivalidad.
Los
niños necesitan que se les valore en sus cualidades personales. Sentir que se confía en ellos les ayuda a mejorar su autoestima.
Destacar
las cosas positivas que haya hecho el niño
es más útil que reñirle por lo que haya hecho de negativo. Pero hay que
dosificar los elogios. No podemos elogiarlo todo,
porque entonces el niño no distinguiría entre lo que está bien y lo que está
mal y además fomentaríamos su pasividad.
El
elogio debe ser proporcional a la importancia de aquello que estamos elogiando.
Es
preferible evitar los castigos, y buscar otras opciones más eficaces.
Explicarle
muy bien en qué consiste el trato, es
importante. También
nos exige a nosotros estar pendientes de que se cumpla la parte del trato que
el niño aceptó y dialogar con él en caso de que no lo respete.
Los
tratos debiéramos reservarlos para situaciones complicadas y no proponerlos por sistema.
Como decía Skinner, eminente psicólogo del
siglo pasado, reforzar de forma positiva el comportamiento deseado es el mejor
método para educar a los niños.