Estamos
cerca de año nuevo. Es un momento en el que nos planteamos nuevos deseos o retos. Con frecuencia pensamos que conseguir determinados objetivos
nos va a dar la felicidad. Después de conseguirlos descubrimos que no somos más
felices que antes. Lo cual nos impulsa a desear más y más cosas. Es una
situación que desencadena finalmente desanimo e insatisfacción. Si el placer de
haber conseguido lo que queríamos no es duradero debiéramos preguntarnos que
queremos realmente.
Definir nuestros objetivos sería
una forma de canalizar nuestros esfuerzos para conseguir aquello que realmente deseamos
y poder disfrutar al conseguirlo.
Los objetivos debieran ser alcanzables.
Aunque nos parezcan difíciles, si tienen una base real podremos conseguirlos. Sin
embargo hay personas que tienden a elegir objetivos irrealizables que necesariamente
les van a llevar a situaciones de insatisfacción. Por ejemplo, elegir una
relación de pareja que les va a hacer sufrir, o una opción profesional para la
que no tienen cualidades. Comprar de forma compulsiva es otra forma de generar situaciones
de insatisfacción y sufrimiento.
Hay que saber diferenciar entre un objetivo y un sueño.
Los sueños no se hacen realidad si no tienen una base real en la que apoyarse. Hay
personas que buscan cambios huyendo de las insatisfacciones que les produce su
vida cotidiana, pero no tienen una base en la que apoyar ese deseo de
cambio. Surge en ellos, entonces, una fuente importante de dolor y de frustración, al provocar
cambios que alteran su vida de forma poco fructifera.
También
seria bueno preguntarse si es necesario
estar deseando continuamente cosas, situaciones nuevas, o nuevos retos. Es como
si inconscientemente la situación de sufrimiento que provoca el deseo nos estimulara a buscar algo nuevo o
diferente cada vez. El placer surge en el momento que conseguimos algo, pero después
aparece nuevamente la necesidad de un estimulo nuevo y así en una sucesión sin
fin.
Se trataría de conseguir aquello que realmente necesitamos y
poder disfrutar de haberlo conseguido. La clave del éxito está en poder
saborear y valorar lo que hemos conseguido.