Cuando
nos sentimos enfadados por algún motivo con alguien, sentimos que nos invade la
ira. Este es un sentimiento que nos cuesta aceptar y expresar, especialmente si
se trata de personas a las que queremos.
Pero
la ira no deja de ser un sentimiento humano, como cualquier otro. La cuestión
es cómo expresarla de una manera adecuada que mejore la relación con las
personas que nos han hecho sentir mal. Si no la expresamos, la ira acabará
surgiendo de alguna u otra manera.
Elegir
como expresamos nuestra ira es importante.
La podemos expresar de tres formas principales:
a)
de forma directa y activa: es cuando expresamos nuestro enfado con insultos o
gritos, o con una actitud de desprecio hacia el otro.
c)
Expresando nuestros sentimientos ante la situación que nos ha ofendido de forma
clara y respetuosa hacia el otro.
La
tercera opción implica que seamos capaces de escuchar también las razones de la
otra persona, quizás por eso es la más difícil de aplicar, pero es la que nos
va ayudar a mejorar la relación y a resolver el conflicto que haya surgido.
Si
escuchamos las razones de la otra persona, probablemente veremos algo de verdad
en lo que expresa y tal vez podremos entender algo acerca de cuáles son sus
sentimientos y sus pensamientos. Si es necesario, podremos preguntarle algo más
acerca de cuáles son sus razones para comportarse como lo hizo.
Escuchar
al otro nos debiera dar la posibilidad de explicar nosotros también cuáles son
nuestras razones y nuestros sentimientos acerca de la situación que se haya
producido.
No
siempre es posible este planteamiento. Si la otra persona se pone a la
defensiva , no será posible este dialogo en el que ambas partes hablan de sus
sentimientos y se ponen de acuerdo para empatizar mutuamente. Lo más prudente
entonces es esperar a otro momento más idóneo en el que la otra persona esté
dispuesta a escuchar.
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