Esto decían los antiguos
filósofos griegos a sus discípulos. Les animaban a pensar al final del día, acerca de lo que habían hecho y si habían
aprovechado bien el tiempo. También les invitaban a imaginar que cosas desearían hacer y a que las visualizaran.
En investigaciones recientes, se observó que las estructuras cerebrales se modifican tanto con las experiencias vividas
como con las experiencias imaginadas.
Ya a principios del siglo
pasado, el fisiólogo Pavlov recibió el premio Nobel por sus investigaciones
acerca del aprendizaje. Entre otras muchas cosas consiguió demostrar que las
estructuras cerebrales se modifican al cambiar nuestra manera de comportarnos o
de expresar nuestras emociones.
Ser capaces de autocontrolar nuestras emociones nos permite que los
sentimientos negativos no nos invadan. Es algo que se consigue con el tiempo si se va practicando. La
meditación y el ejercicio físico son útiles para conseguir este objetivo.
Si este aprendizaje se va realizando de manera grata sentiremos
que nuestro cuerpo también se siente mejor. La serotonina y la dopamina, hormonas de la felicidad, se
segregaran. Estas sustancias son necesarias para que nuestro cerebro siga funcionando.
Las emociones negativas hacen que el nivel de serotonina descienda. Esto acaba
afectando tanto a nuestro estado de ánimo como al funcionamiento cerebral.
Sentirnos felices nos ayuda a sentirnos más vitales.
Una manera de conseguir mejorar nuestro estado de ánimo seria:
1) Vivir de la manera más intensa posible los momentos bonitos de
la vida.
2) Centrar nuestra atención en lo agradable.
3) Intentar cambiar nosotros, no pretender que cambien nuestras
circunstancias.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada